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Metodologías Activas y ABP: Niñas y niños descubren que son grandes escritores
- marzo 1, 2025
- Publicado por: juanpabloayala85@gmail.com
- Categoría: Postdoctorado Noticias Profesores

Los Aprendizajes basados en Proyectos (ABP) son una instancia que promueve que los alumnos se organicen, durante un periodo extendido de tiempo, en torno a un objetivo, fomentando la interdisciplinariedad y culminando con la elaboración de un producto o con la presentación pública de los resultados. En ese contexto, 590 estudiantes de la Escuela José de San Martín, de San Felipe, se sumaron el segundo semestre de 2024 al proyecto “Mi libro, yo lo escribí”, basado en metodologías activas y ABP. La iniciativa también se ha llevado a cabo en el Colegio Adventista de Iquique, la Escuela Poeta Huidobro de San Antonio y el Colegio San Pablo de Puente Alto, entre otros.
“Era un día nublado cuando Camila y su hermano Pablo decidieron explorar el viejo desván de su abuela. Entre cajas polvorientas y recuerdos olvidados, encontraron un hermoso muñeco de lana.
Tenía grandes ojos brillantes y una sonrisa amigable. Camila lo levantó con cuidado. “¡Mira, Pablo! Este muñeco es especial”, dijo. Sin saberlo, el muñeco estaba encantado y, al ser tocado, cobró vida”
Este fragmento forma parte del libro “El muñeco de lana”, de Camila Escobar, alumna de 3°básico de la Escuela José de San Martín (municipal), de San Felipe, Región de Valparaíso. Allí se puso en marche este año el proyecto “Mi libro, yo lo escribí, un proyecto basado en metodologías activas y ABP (Aprendizaje basado en Proyectos).
Pero, ¿qué es exactamente un ABP? Tal como explican desde la Unidad de Currículum y Evaluación de Mineduc (UCE), se trata de una instancia “que promueve que los alumnos se organicen, durante un periodo extendido de tiempo, en torno a un objetivo basado en una pregunta compleja, problema, desafío o necesidad –normalmente surgida desde sus propias inquietudes– que pueden abordar desde diferentes perspectivas y áreas del conocimiento, fomentando la interdisciplinariedad. El proyecto culmina con la elaboración de un producto o con la presentación pública de los resultados”.
Básicamente, la iniciativa a la que nos referimos en esta oportunidad consiste en capacitar a los docentes de un establecimiento para que desarrollen un trabajo colaborativo entre ellos y con sus estudiantes, a fin de que cada alumno y alumna de 3° a 6° básico escriba, ilustre y diagrame su propio libro, todo lo cual contribuye a reforzar el proceso de lectoescritura. Así, al finalizar el programa, reciben su libro impreso, lo que además potencia su autoestima y deja un valioso recuerdo de su infancia.
En este caso, participaron 590 estudiantes, de 3° a 8° básico. Por lo tanto, se crearon 590 libros.
Una mirada al interior del aula
María Inés Soto, profesora jefa de 3° C de la Escuela José de San Martín, además de profesora de matemáticas, está orgullosa del trabajo de sus alumnos y alumnas. Lo que más le llamó la atención es que contaban sus experiencias de vida. “Muchos de los relatos nacieron de sus propias vivencias. Hay una historia espectacular. Hace poco tiempo atrás el curso fue de visita al planetario y uno de los niños, Agustín, quedó maravillado, sus ojitos brillaban, estaba en otro mundo. Después me dijo: ‘Ya sé lo que quiero ser, quiero ser astronauta’. Y en su libro, él creó justamente un relato donde viaja por los planetas, por uno lleno de dulces, por otro donde se encontró con unos monstruos. A través de esa historia, comparte con los demás cómo desde su mirada se le abrió un camino, un ideal”.
Ella destaca que todos los trabajos, aunque fueron hechos por los niños y niñas, también son el resultado de un esfuerzo conjunto de los docentes del establecimiento. Los profesores jefes apoyaron en la autobiografía y la dedicatoria, mientras que las profesoras de inglés con algunas traducciones. Asimismo, las profesoras de artes se preocuparon de que los dibujos calzaran con lo que decía el texto y las de tecnología se encargaron de subir el material a la plataforma donde se iban a imprimir. Y, obviamente, las profesoras de lenguaje se encargaron de que el texto estuviera bien hecho.
Además, contó con la entusiasta participación de los padres y apoderados. “Para la comunidad educativa, este proyecto fue muy significativo. Yo trabajo con los más chicos y vi cómo los papás estaban realmente motivados con este proyecto, muy preocupados de que funcionara. Incluso, mejoró la asistencia de los y las estudiantes, porque llevaban más a sus hijos a la escuela, salvo algunas inasistencias por enfermedades propias de la edad”.
“En nuestro caso, nos preocupamos de que los OA (Objetivos de Aprendizaje) se alinearan con la iniciativa y guiamos a los niños y niñas, porque un cuento requiere coherencia, argumentación, uso de puntuación y buena ortografía”, señala.
En definitiva, es un trabajo que se abordó como un proyecto ABP para mejorar la cohesión y articulación entre los mismos profesores y con los estudiantes. Al principio, María Inés creyó que iba a ser un poco complejo, no sabía cómo usar la plataforma para subir los textos, pero finalmente fue una experiencia enriquecedora. Y al ayudar a corregir relatos de otros cursos descubrió que no solo surgieron desde la alegría, sino también desde el dolor. “Hay alumnos que pidieron ayuda a través de sus textos y en esos casos activamos los protocolos adecuados”, indica.
Loreto Díaz, profesora jefa de 6° D y profesora de Lenguaje de todos los 6° básicos del establecimiento, reconoce que es “una oportunidad maravillosa para que los estudiantes puedan expresar cosas que llevan dentro y que por lo general no delatan porque no se les da el espacio para ello”. Por eso, al explicar a sus alumnos y alumnas de qué se trataba este proyecto, puso énfasis en que es un relato propio, donde pueden contar la historia que quieran. Así surgieron textos de todo tipo: poemas, cuentos de terror con zombies, incluso un par de chicos haitianos escribió en su idioma natal, el creole.
La docente recuerda que antes de comenzar el proyecto, les dio clases sobre qué es el cuento, qué son los conectores y algunos temas de redacción. “Me tomé mi tiempo para que entiendan que no es llegar y escribir un párrafo. Les expliqué, por ejemplo, qué es la autobiografía y para qué sirve en un libro. Escribimos los textos en borrador varias veces hasta que les di la opción de escribirlos en word. Utilicé todas mis clases, de Lenguaje y de Orientación, para que produjeran los textos y avanzaran con sus dibujos”, afirma.
En el Colegio Adventista de Iquique
Hilda Hurtado, profesora de Lenguaje de 5° y 6° básico y profesora jefa de 6° A, con más de 30 años de servicio, cuenta que en su establecimiento también se implementó este año el proyecto “Mi libro, yo lo escribí”. Pero en este caso, solo en el 6° A.
“Todos sabemos que lo más cuesta trabajar con los estudiantes es la lectura y escritura, sobre todo después de la pandemia. A principios de este año me puse a pensar de qué manera podía desarrollar una experiencia inolvidable para mis alumnos donde se refuercen justamente esas dos habilidades. Una vez que conocí este proyecto, se lo plantee a mi curso, donde soy profesora jefe, y a ellos les encantó”, señala.
A partir de la premisa de que todos los alumnos aprenden, pero a su ritmo, trabajaron el proyecto en grupo y en forma individual. Les dio una pauta para que cada uno pudiera crear su libro. Destinó una hora de taller y los invitó a pensar en un tema que les gustara. A la clase siguiente, eligieron sus títulos. Después, sería el turno de determinar qué personajes tendría cada relato y cómo serían esos personajes, cuáles tendrían un rol principal y cuáles serían secundarios. Y así fueron avanzando, clase a clase, de forma parcelada.
La docente afirma que fue una excelente experiencia, pero reconoce que trabajar con 43 niños y niñas al mismo tiempo no es fácil, porque hay que revisar los textos una y otra vez, pues los van corrigiendo y cambiando. Y junto con promover la lectura y la escritura, fomentó la autonomía de sus alumnos(as), por ejemplo, ellos mismos buscaban en el diccionario las palabras que no sabían escribir.
Entre los temas más recurrentes, además del fútbol, están los videojuegos y la amistad. “Uno de los textos aborda las carreras de autos y es sorprendente cómo el autor, en vez de ganar él, le da el triunfo a su amigo que está representado en el libro”, recuerda.
Varios de sus alumnos y alumnas se atrevieron a contar una historia propia, es decir, a partir de una vivencia personal crearon su relato.
“Lo que más ganaron con este proyecto fue en autoestima, pues muchas veces creen que no son capaces y cuando tuvieron el libro en sus manos, que fue en una ceremonia aquí en el colegio, donde invité a representantes del Ministerio de Educación y de la alcaldía, se dieron cuenta que sí lo son”, concluye Hilda.
La escritura y las imágenes tienen la misma importancia
Cabe señalar que frente a cada página de texto, va una página con un dibujo hecho por los niños, pues la escritura y las imágenes en este proyecto tienen la misma importancia. “Nos hemos topado con muchos niños a quienes no les gusta escribir, pero cuando se les dice ‘escribe sobre lo que tú quieras’, es impresionante la cantidad de niños que escriben de fútbol. Y lo hacen maravilloso. Por supuesto, con sus deficiencias, pero da lo mismo, no podemos pretender que un niño de 4° básico sea un Premio Nobel. Al escribir sobre sus pasiones, ellos y ellas se transforman, y eso es súper importante”, explica la publicista Claudia Pelissier, quien también es autora de libros infantiles y una de las impulsoras de esta iniciativa.
Andrea Linford, artista visual y también gestora del proyecto, explica que “la idea es que tal como ellos escriben de aquello que les interesa y les apasiona, utilicen las técnicas que más les acomodan, que más les gustan, al momento de dibujar. No hay que intervenir en eso”, asegura. Y cuenta que hay niños que hacen dibujos de palitos y quedan maravillosos. “Lo lindo y lo simple de la ilustración, donde importa más lo genuino, que sean sus propios dibujos, es lo que importa. En algunos casos incorporan también distintas técnicas y eso es fantástico, porque así comunican su gusto y su estética”, concluye.
“La maravilla del color blanco”, de José Luis Jiménez:
Hello, my name is José Luis Jiménez Peraza. I am 8 years old and I am venezuelan. I was born in the state of Barinas on February 25 2016, in Luis Ronzzeti Hospital. My parents are Karen Peraza and Ruben Jiménez. Currently, I only live with my mom (…) I dedicate this book to my beautiful family, to muy mother who I love very much and to my sisters and to all those who sorround me and love me.
“En un lugar muy lejano, había un niño llamado José Luis, soñaba repetidamente con un color, era el color blanco. Un día cuando él dormía, vino su mamá y le despertó y le dijo levántate, te llevaré a conocer el color blanco.
Nos montamos en un carro y avanzamos horas y horas. De repente vimos unos grandes cerros de color blanco que cubrían toda la carretera.
Nos detuvimos y bajamos a tocar ese color blanco y se derretía en nuestras manos, era fría y húmeda, se llamaba nieve y es hermosa (…)”.
Escuela José de San Martín, de San Felipe.
“Un día normal”, de Victoria Vega:
My name is Victoria Vega, I’m 8 years old, I was born on March 8th 2016. Just for the day that women’s day is celebrated, my favorite color is green, I love lasagna, muy parents name’s is Víctor Vega, my mom’s name is Tamara Barría Iturriaga (…) I dedicate it to you Victory of the future, I dedicate this story to you and I hope you can achieve all your goals and are a professional soccer player. I wrote this book when I was 8 years old and in third grade.
“Era un día soleado en la Escuela José de San Martín de Victoria. Los estudiantes jugaban en el patio, riendo y disfrutando del recreo. Victoria, una niña de 8 años con una sonrisa brillante y una gran curiosidad, estaba emocionada porque ese día su clase iba a visitar el laboratorio de matemática. A pesar de que la profesora había advertido sobre la importancia de seguir las instrucciones, la emoción la llevaba a ignorar las reglas.
Mientras todos se alineaban para entrar al laboratorio, Victoria, ansiosa por ser la primera, corrió por el pasillo. En su mente, imaginaba ser una matemática famosa, descubriendo algo increíble. Pero en su prisa, no se dio cuenta de que el suelo estaba húmedo por la limpieza (…)”.
Escuela José de San Martín, de San Felipe.
“Una aventura inolvidable”, de Adriel Amaru Choque:
Mi nombre es Adriel Amaru Choque. Nací en Iquique, Chile, el 30 de marzo del 2013. Mis padres son Clara Choque Jaracalla y Alejandro Rejas. Mi hermanito Alexandro Rejas Choque. Mi mejor amigo Marco Balderama. De más adulto, quiero ser PDI (…) Primeramente quiero dedicar a Dios por darme la oportunidad de escribir un libro, a mi familia por apoyarme en este proyecto, a mi hermanito por darme entusiasmo, alegrías y felicidad.
“Todo comenzó en una ciudad llamada Canutama en Brasil, dos jóvenes de 15 años estaban en la escuela, ahí prestaban atención a su profesor que les habló sobre un tesoro oculto en las amazonas, pero no escucharon que el profesor dijo que había un guardián que protegía el tesoro y que el mapa estaba perdido en lo profundo de las amazonas, al terminar las clases Jimy le preguntó a José ¿qué crees que hay en el tesoro? José respondió no sé, yo creo que habrá oro y “riquezas”. Se prometieron uno al otro encontrar ese tesoro.
Después de que Jimy y José salieron de la escuela fueron a la casa de Jimy a sacar dos carpas para dormir, comida y encendedor y dos boletos en barco para ir a las amazonas (…)”.
Colegio Adventista de Iquique
“El mar”, de Belén Viza:
Me llamo Belén Viza, me gusta mucho pintar, tengo 11 años, nací en Iquique y voy a clases de surf bodyboard. La dedicatoria es para mis padres que me inscribieron en las clases de surf y para mis amigas que también van en clases de bodyboard.
“Todo comenzó en el verano de 2023, vivía en Iquique al lado de la playa. Mi padre y yo una vez íbamos pasando por la playa y vimos unos carteles que ofrecían clases de surf y bodyboard. Quise entrar a esas clases y mis padres aceptaron. Tres días después en la mañana a las 10:30 AM fuimos a la playa a hablar con los profesores, me aceptaron y entré al equipo.
Desde muy pequeña era muy tímida, pero ese día una chica llamada Oliv se acercó, me habló y me preguntó si quería ser su amiga. Le dije que sí, entonces me presentó a todos los que estaban ahí.
Realmente estaba súper feliz. Un día el profesor de surf nos dijo que en unos meses iba a haber un campeonato de surf bodyboard (…)”.
Colegio Adventista de Iquique
Una metodología que activa las funciones ejecutivas
Lucía Santelices desde hace 50 años es profesora titular de la Universidad Católica y este año se sumó al proyecto “Mi libro, yo lo escribí”. Cuenta que le interesó, pensando en el aporte que podría hacer preparando a profesores de establecimientos con alumnos y alumnas vulnerables para enrolarse con el alma en un proyecto de esta naturaleza.
Destaca la importancia de aprovechar los intereses de los niños y niñas para motivar el aprendizaje. “Esto se trabajó bastante en la Universidad de Harvard, con el Proyecto Zero. Se vio que se podían gatillar procesos cognitivos de alta complejidad cuando se daba libertad a los niños para escribir desde sus focos de interés. Además, así tenían la posibilidad de disfrutar afectivamente de lo que estaban haciendo. Pero también se vio que esto requería estimular lo que se llama las funciones ejecutivas básicas”.
Estas funciones son, por ejemplo, la planificación y dar un orden lógico a las ideas. “El niño va a aprender que las secuencias son importantes, que si quiere decir que el gato estaba sentado en el tejado, no puede partir por el tejado, tiene que partir por el gato, que es el sujeto. Pero, además, tiene que idear, y para poder idear hay que estimular su memoria de largo plazo. Entonces, los beneficios cognitivos son a nivel de la comprensión profunda. Por supuesto, al escribir aprenden cómo se ordena el sujeto y el predicado, para qué sirven los artículos, para qué sirven los conectores, entonces la ganancia es infinita”, concluye.
Fuente: Revista de Educación. Mineduc