¿Ha cambiado la forma de enseñar matemáticas?


Históricamente, la forma de enseñar matemáticas adoptaba un enfoque expositivo y deductivo en el que el papel del docente era predominante. El desarrollo de las tecnologías de la comunicación y la información, las reformas curriculares en respuesta a las demandas de docentes y la necesidad por lograr una sociedad matemáticamente competente desencadenaron la introducción de enfoques en los que el alumnado pasa a tener un papel protagonista.
Lo anterior parece reflejar la existencia de dos tipos de prácticas docentes: aquellas a cargo de quienes permanecen anclados en una enseñanza tradicional de las matemáticas frente a la de quienes optaron por un cambio. Sin embargo, la realidad no es dicotómica. La mayoría de los docentes de matemáticas no responden a uno de estos dos perfiles arquetípicos, sino a una combinación de cuatro tendencias.
La tendencia tradicional se caracteriza por la adopción de un estilo expositivo como único método de enseñanza y el libro de texto como único recurso. Entiende que el aprendizaje se logra utilizando solo la memoria, y concibe la evaluación como una actividad final.
En la tendencia tecnológica, los docentes realizan una simulación del proceso de construcción del conocimiento desde una perspectiva divulgativa, práctica y organizada. La evaluación se realiza a lo largo del proceso de aprendizaje.
La tendencia espontaneísta se caracteriza por propuestas en las que el alumno entiende los objetivos de aprendizaje a través del contexto y la manipulación. Con ella se produce la adquisición de un conocimiento no organizado, que se canaliza a través de la evaluación.
Finalmente, en la tendencia investigativa, los docentes organizan el proceso de enseñanza para garantizar la adquisición de conocimientos a través de la investigación. Es decir, apuestan por un aprendizaje más autónomo por parte del alumnado.

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